En la antigua Mesopotamia el saber leer y escribir era un lujo que solo conocía una pequeña parte de la población Además, los escribas formaban una de las clases elevadas de la sociedad, pues la burocracia Mesopotámica registraba los movimientos de bienes o las pertenencias de una autoridad de manera periódica. Pero ¿cómo llegaba una persona a convertirse en escriba? Aquí te lo contamos.
Los escribas eran vistos como portadores de conocimiento, responsables de documentar la vida y la cultura de una de las primeras civilizaciones conocidas.
La Mesopotamia antigua, conocida como la “cuna de la civilización”, vio el nacimiento de muchas innovaciones que formaron la base de las sociedades modernas. Entre estos, los escribas desempeñaron un papel crucial, actuando como los principales documentalistas de la época, capturando todo, desde transacciones comerciales hasta himnos religiosos.
¿Quiénes eran los escribas en Mesopotamia?
Desde los primeros periodos de la civilización mesopotámica, los escribas eran generalmente hijos de la clase alta y la nobleza. Un ejemplo notable es Enheduanna, la hija de Sargón de Acadia, quien se destacó como una escriba famosa durante el periodo acadio (2334-2218 a.C.).
En el Próximo Oriente antiguo los escribas eran las personas cuyo oficio era redactar textos en tablillas de arcilla, material empleado para escribir, debido a que la arcilla era muy abundante en la zona y por aquel entonces no existía el papel.
El aprendizaje del oficio de escriba
La educación de los escribas se llevaba a cabo en una institución conocida como Eduba, una especie de escuela que formaba a los jóvenes escribas de la antigua Mesopotamia. Aquí, aprendieron el arte de la escritura cuneiforme y, con el tiempo, se familiarizaron con los primeros alfabetos que emergieron en el Levante hacia la mitad del II milenio a.C.
Sabemos que desde los momentos más antiguos existían escuelas de escribas que los textos sumerios mencionan con el término edubba, literalmente “la casa de las tablillas”. En esta fase de aprendizaje, los escribas no solo recibían formación en cuanto al estilo de los signos o el conocimiento de la lengua, sino que también aprendían a preparar las tablillas o a ordenarlas. También está atestiguado el aprendizaje del oficio de escriba por vía familiar
Aunque por lo general a los escribas se les aleccionaba para que fuesen capaces de entender y redactar cualquier tipo de texto, hay indicios de la existencia de escribas que se especializaban en algún tipo de texto concreto. Así, por ejemplo, en ocasiones se mencionan a escribas que estaban especializados en tablillas astronómicas o a otros que se encargaban de las de carácter administrativo.
El método de aprendizaje parece que era el de la repetición de signos y frases.
Hay quien ha propuesto que en el aprendizaje de la escritura, al menos en los primeros momentos, jugaron un papel fundamental los sacerdotes, conocedores de un saber fundamental y vinculados a palacios y templos, los centros de poder. De hecho, en el antiguo Egipto, en los orígenes de la escritura los sacerdotes también eran escribas.
Los fines educativos eran esencialmente prácticos, donde se prestaba especial atención los aspectos literarios, la astrología, la adivinación y la magia, lo que impedía que se desarrollase un espíritu científico crítico.
Contribución a la Sociedad Mesopotámica
Los escribas no sólo documentaban la vida cotidiana, sino que también contribuían al discurso político, económico y científico de la sociedad. Gracias a su meticuloso trabajo, los investigadores modernos han podido reconstruir aspectos clave de la economía, política y ciencias en el Próximo Oriente Antiguo.
La labor de los escribas de Mesopotamia ha permitido a las generaciones futuras explorar y entender una era pasada, actuando como un puente entre la antigua civilización y nuestra comprensión moderna de la historia. Su legado resalta la importancia del conocimiento y la documentación, un eco que resuena a través de los milenios.