La primera gran aportación de la cultura y el pensamiento del oriente antiguo fue la idea misma de religión. El mundo religioso mesopotámico fue el primero en dar una respuesta religiosa y filosófica a las grandes preguntas sobre el origen del ser humano y su devenir. Después, en época persa, fue el primero en aportar con Zaratustra o Zoroastro la convicción de la libertad humana en la elección del bien o del mal, y la definición de una esperanza en el más allá.
Religión en la antigua Mesopotamia
El mundo religioso de la antigua Mesopotamia se puede definir como un verdadero sistema. El pensamiento y el sistema religioso eran un fenómeno de crecimiento natural que tenían su origen en la Prehistoria, y que se mantuvieron desde el siglo IV hasta el I milenio en un esquema de principios semejantes.
El pensamiento natural nació de un modo natural entre sumerios y semitas, pero como los primeros en desarrollar la escritura cuneiforme fueron los sumerios, su pensamiento, dioses y mitos también fueron los primeros en conocerse.
Los dioses
En un principio la religión era naturalista, pero pronto empezó a aparecer un antroporfismo deliberado. Conocemos entre 1000 y 2000 nombres de dioses, la mayoría sumerios. La cúspide la ocupaban An o Anu, que representaba el cielo; Enlil, que era la atmósfera, la tormenta y el viento y Enki o Ea que simbolizaba las aguas subterráneas. En torno a ellos se movía todo lo demás, sobre todo el dios Nanna o Sin, el dios lunar; el dios solar Utu o Shamash e Inanna o Ishtar, la diosa del amor y la guerra.
Pese a las diferencias entre unos y otros pueblos que habitaron Mesopotamia existía una conciencia de base común, si bien es cierto que en el II y I milenio a. C. se observan tendencias hacia una singularización: Marduk en Babilonia y Assur e Ishtar en Asiria.
El esquema divino era piramidal y su funcionamiento reproducía el de las monarquías. Los dioses siempre estarían por encima del poder político, pero nunca el sacerdocio dominaría al estado. Al tiempo que los dioses se consolidaban, el pensamiento religioso fue definiendo una cosmogonía.
La creación y el universo
Los textos más antiguos ya afirman la idea de creación divina a partir del caos y las aguas primordiales, definiendo el nacimiento del universo como una esfera hueca, donde la tierra se situaba en el centro y tenía forma de disco, rodeada por las aguas oceánicas y las montañas que soportaban la bóveda celeste. Debajo, la semiesfera del Hades, el Averno, una cueva oscura y gigantesca en la que habitaban los muertos.
A comienzos del II milenio a. C., el Poema de Atrahasis incorporó la idea de que los dioses crearon a los hombres para que les sirvieran. Los hicieron de barro, al que se decía que debían volver tras su muerte, y es que la vida para los antiguos mesopotámicos no tenía otra razón de ser que la de servir a los dioses.
Las gentes del Próximo Oriente antiguo sentían admiración, respeto y temor por lo sagrado. Los males sobrevenían por errores o negligencias cometidas. Solo la muerte estaba más allá del mal, porque no era un castigo, sino la consecuencia lógica del orden de las cosas definido en la creación. La muerte significaba la marcha al mundo inferior, esa especie de Hades en el que flotaban los espíritus.
Sacerdotes y literatura religiosa
El clero administraba la fe de todos y participaba de los mismos destinos, mientras que los letrados escribían, reflexionaban y encontraban las respuestas religiosas y filosóficas básicas del ser humano.
La cultura religiosa del antiguo Oriente fue la responsable de la creación de la mayor parte de principios y mitos que posteriormente incorporaría la Biblia, aunque el zoroastrismo de los imperios iranios y la difusión del maniqueísmo provocaría un cambio radical.
La filosofía en la antigua Mesopotamia
La filosofía se originó en el ámbito de los escribas. Por desgracia, no se conserva ningún tratado al estilo de los de Boecio, pero son bien conocidos los poemas, diálogos y proverbios que constituyen una sólida reflexión.
En el III milenio a. C. se hicieron populares en los ambientes letrados las colecciones de proverbios, que pueden considerarse sentencias útiles para la vida y que constituyen una forma de pensamiento. Gracias a ellos sabemos que, en un primer momento, la realeza se jactaba más de sus victorias militares que de aplicar justicia o proteger a los débiles.
Existen documentos muy llamativos como el Diálogo del amo y el siervo o el Monólogo del justo sufriente. El primero es un diálogo contradictorio entre un criado y su amo en el que dialogan sobre las ventajas y desventajas de varias acciones. La mayoría de los investigadores lo consideran un texto serio en el que se aprecia una postura de verdadero escepticismo vital. De la segunda obra se conocen ejemplares de varias épocas, aunque en cualquier caso la mayoría piensa que constituye un antecedente claro del libro bíblico de Job.
Durante época persa los libros más antiguos del Avesta contienen verdaderas concepciones filosóficas abstractas, con la responsabilidad humana de los propios actos o la libre elección entre el bien y el mal. Por último, durante el reinado de Shapur II, en el siglo IV d. C. se fundó una academia en Djund-i-Shapur que constaba de una facultad de medicina desarrollada en la filosofía de Galeno.