Los pueblos del Próximo Oriente antiguo fueron los inventores de la escritura y los primeros en trazar una cultura humanística. La cultura mesopotámica nos muestra un equilibrio entre saberes muy diversos, aunque ninguno de ellos destaca sobre los demás.
La cultura de Mesopotamia perfiló también las primeras obras maestras y géneros literarios por sí mismos, la prosa y la poesía. también comenzó a formarse la historia con instrumentos de precisión cronológica y la recopilación ordenada de datos.
La música se desarrolló con un sistema de notación que todavía nos resulta muy difícil de interpretar hoy en día. Por otro lado, la ciencia jurídica, administrativa y política constituían ordenamientos, organismos y conductas que constataban la estrecha relación existente entre los primeros creadores mesopotámicos y nuestra cultura occidental.
La literatura en Mesopotamia
En primer lugar, hay que tener en cuenta que la mayor parte de las creaciones literarias de la antigua Mesopotamia fueron concebidas para ser leídas en voz alta, tal vez acompañadas de algún instrumento musical. Al igual, que es probable que las leyendas míticas o narraciones religiosas fueran representadas en público. Y es que la población estaría en cierto modo familiarizada con los mitos, los héroes o la sabiduría proverbial.
Uno de los campos más destacados de la literatura oriental fue, lo que se podría denominar, la épica, en donde se narraban mitos, luchas y reflexiones de dioses y héroes.
En el mundo sumerio destacaron 3 reyes legendarios: Enmerkar, Lugalbanda y Gilgamesh. La epopeya de este último está considerada una de las obras maestras de la literatura universas. Además de los héroes, los dioses también fueron protagonistas en la literatura épica, ejemplos de ello son la Epopeya de Ninurta o el Poema de la Creación.
Además de esta literatura culta, los escribas también compusieron series de pequeñas historias a modo de fábulas, que ponían en boca de animales reflexiones y proverbios de todo tipo. Hay historias en las que tampoco faltan los tintes de humor como en el cuento de El hombre pobre de Nippur.
El mundo religioso también contaba con una buena colección de oraciones conjuros e himnos a los dioses y reyes. Muchas de estas oraciones e himnos son verdaderas obras literarias, como en el caso del Himno a Samash. Pero, sin duda, dentro del ámbito mitológico y religioso el poema más importante es el Enuma Elish, que cuenta el ascenso de Marduk a lo más elevado del panteón Mesopotámico tras derrotar a Tiamat.
En la literatura sasánida fueron populares los Libros de Consejos, una especie de opúsculos populares de moral teórica y ciertas novelas de episodios históricos iranios en las que se cuentan las hazañas de sus héroes y reyes.
La ciencia histórica
Gracias a los documentos dejados por los escribas de Mesopotamia, los investigadores pueden reconstruir la historia de Oriente desde época sumeria hasta el Imperio Sasánida. La historiografía, en sí, nació en el mundo de los letrados de Oriente Próximo, a los que no se puede negar un cierto sentido histórico.
Durante el III milenio a. C. los escribas sumerios y acadios asumieron la costumbre de relatar hechos de transcendencia pública, fijándolo en un tiempo. Los escribas también redactaron inscripciones fundacionales, leyendas y listas reales. Las leyendas de Sargón o Naram-Sin son obras de literatura histórica poetizadas.
En el II milenio a. C. los escribas enriquecieron las formas de expresión histórica, tanto las ya en uso como otras nuevas. Además, en este milenio se produjo la incorporación de los valores e ideas de regiones como la Anatolia hitita y Asiria. De Hatti procede una de las aportaciones más importantes y personales hecha a la historia de la cultura y el pensamiento de Mesopotamia.
La música en el antiguo Oriente
Los inicios de la composición musical hay que remontarlos Mesopotamia durante la antigüedad, aunque los sistemas orientales no fueron más claros que los griegos.
La música, los instrumentos musicales y el canto formaban parte de la vida cotidiana de los pueblos de Mesopotamia.
La palabra sumeria para expresar el concepto de canto o canción se escribía de la misma forma que la idea de fiesta. Las gentes cantaban y tocaban instrumentos en los templos y palacios, en las fiestas populares y familiares, en los duelos, en el trabajo, incluso en la guerra.
También conocemos la presencia y evolución de distintos tipos de arpas y liras, laúdes, salterios, tambores o trompetas, la mayoría de ellos ya utilizados durante el III milenio a. C. En 1970 A. Kilmer publicó una tablilla cuneiforme de mediados del II milenio a. C. en la que se recogía una notación de escala heptatónica.
Algunas de las tradiciones musicales orientales fueron adoptadas por los griegos, tal es el caso de la lira, el método de tocarla, su afinación o la disposición y número de cuerdas. Además, según los tratadistas árabes, la música ocupó un lugar especial entre los sasánidas.
Las ciencias jurídicas
En la primera mitad del III milenio a. C. gran parte de los pueblos de Oriente contaban con leyes escritas, públicas e iguales para todos. Muchos de los principios jurídicos de la vida jurídica se remontan al Oriente Próximo antiguo. Los avances en el derecho están ligados a la cultura urbana y el estado. Mediante la sanción divina el poder laico estaba legitimado para dictar leyes, instituir la figura de los jueces y contar con medios coercitivos para la aplicación efectiva de las sentencias. El resultado fue que a mediados del III milenio la ley se impuso a la costumbre y a la arbitrariedad de los más fuertes.
Ya desde los primeros momentos estuvo vigente el principio de que el desconocimiento de la ley no eximía de su cumplimiento. Los procesos se llevaban a cabo públicamente, cerca de las puertas de las ciudades, con la presencia de escribas que daban fe de los testigos aportados por los litigantes y de todo lo acontecido en el juicio.
El estado era el garante de la ejecución de las sentencias. Los jueces debían ser incorruptibles y se castigaba con penas muy severas la venalidad y la corrupción.
En el III milenio a. C. destaca el Código de Ur-Nammu y, posteriormente, los Códigos de Hammurabi, Eshnunna o las leyes asirias del II milenio a. C y las leyes caldeas del I milenio a. C.
El más completo de todos es el Código de Hammurabi, que el rey mandó distribuir por las ciudades del reino alrededor del 1760 a. C. Este, constaba de 282 artículos en los que se daba a conocer la normativa general sobre asuntos muy dispares. Dicha norma era aplicable a todo el reino por igual y los súbditos podían apelar ante el rey sentencias que considerasen injustas.
El Código de Eshnunna reunía normas de lo que hoy en día se considerarían distintos códigos. Por otra parte, los archivos de Amarna y Hattusa proporcionaron una gran colección de correspondencia y tratados internacionales entre las grandes potencias del momento.