El Código de Hammurabi fue grabado sobre una estela de diorita negra pulimentada, de sección prácticamente ovala y curvada en su parte superior. Medía 2,25 m. de alto, la circunferencia de su base 1,90 m. y la de la parte superior 1,65.
¿Cómo era la estela del Código de Hammurabi?
La estela del Código de Hammurabi es el monumento de piedra en el que están inscritas las leyes promulgadas por el rey babilónico Hammurabi. Esta pieza arqueológica y jurídica es fundamental y ofrece un testimonio único sobre la civilización babilónica y la historia del derecho en la antigüedad.
Esculpida en diorita, una roca oscura y duradera, la estela tiene una altura de aproximadamente 2,25 metros.
En su parte superior, hay una imagen esculpida que representa a Hammurabi frente al dios del sol y de la justicia, Shamash. Esta escena simboliza a Hammurabi recibiendo las leyes directamente del dios, reflejando la creencia en el origen divino de estas regulaciones.
Debajo de este relieve, el cuerpo principal de la estela está lleno de inscripciones cuneiformes que detallan las 282 leyes que conforman el código.
Esta estela, tras ser descubierta en Susa, se encuentra actualmente en el Museo del Louvre en París, sirviendo como un recordatorio tangible de la rica historia y tradición legal de Mesopotamia.
Tradicionalmente la estela suele dividirse en dos partes: la parte superior en la que se talló un bajorrelieve, y la parte inferior, en la que se recogen los artículos de las leyes.
El texto fue grabado en lengua acadia mediante unos caracteres muy cuidados. Consta de 3600 líneas divididas en casillas, que a su vez forman 52 columnas. El texto fue escrito de derecha a izquierda por las dos caras de la estela. En la delantera se grabaron 24 columnas y en la parte trasera las restantes.
El texto
Además de las 56 columnas mencionadas, la estela del Código de Hammurabi original tendría 7 más, pero fueron mandadas borrar por el rey elamita que se la llevó a Susa para poner una futura inscripción conmemorando su victoria sobre Babilonia. Inscripción que, sin embargo, no sabemos por qué nunca realizó. Por suerte, estas siete columnas ausentes han podido ser reconstruidas gracias a las varias copias que se hicieron de este código de leyes babilonio.
El bajorrelieve
Normalmente toda la atención de la estela de Hammurabi se suele poner, como es lógico, en la parte donde están recogidos los diferentes artículos de las leyes. Pero el grabado de la parte superior curvada de la estela también nos aporta una valiosa información que no debemos pasar por alto.
El bajorrelieve mide 65 cm. de alto por 60 de ancho y en él aparecen dos personajes: Shamash y el rey Hammurabi. Sentado sobre un trono con forma de puerta monumental aparece Shamash, el dios del sol y la justicia (A. Falkenstein aboga porque este dios sería Marduk).
Los pies del dios descansan sobre una montaña. Clara alusión a las montañas del este por las que Shamash aparecía todas las mañanas. El dios lleva en su mano derecha la vara de medir para impartir justicia, y aquí no hay acuerdo entre los investigadores. Según la mayoría, Shamash estaría dictando a Hammurabi las leyes, mientras que otros sugieren que Shamash está entregando la vara de medir a Hammurabi para que este ejerza de manera justa.
En cualquier caso, el dios lleva una larga barba y una tiara en la cabeza, de la espalda le salen los rayos solares y viste una túnica de volantes similar a la que solían llevar los dioses sumerios.
Enfrente de Shamash está representado Hammurabi, de pie, con una túnica larga que solo le cubre el hombro izquierdo y un gorro que, sin ningún género de dudas, nos recuerda a las representaciones de Gudea, el ensi de Lagash en época neosumeria. Hammurabi lleva una poblada barba y presta atención a lo que le dice Shamash.
La estela del Código de Hammurabi en el Museo del Louvre
La estela del Código de Hammurabi, tras ser descubierta en Susa, no solo es un testimonio de la tradición legal y el compromiso de una sociedad hacia la justicia y el orden, sino que también representa la riqueza de los intercambios culturales en la antigüedad. La razón por la que se encontró en Susa, en la actual Irán, y no en Babilonia, en la actual Irak, es que fue llevada allí como botín de guerra en tiempos antiguos.
La presencia de esta estela en el Museo del Louvre en París destaca la importancia global y el interés que genera el patrimonio mesopotámico. En el museo, la estela se ha convertido en una de las piezas más icónicas y a menudo es vista como un punto focal para aquellos interesados en la historia antigua.
Al estar en un lugar tan prominente como el Louvre, la estela atrae la atención de visitantes de todo el mundo, permitiéndoles apreciar y reflexionar sobre las contribuciones significativas de las civilizaciones antiguas a las nociones modernas de derecho y gobernanza.
Además, la estela es un recordatorio tangible de cómo las leyes, desde tiempos antiguos, han sido vistas como fundamentales para la estabilidad y el bienestar de una sociedad. Su presencia en un museo de renombre mundial también resalta la importancia de preservar el patrimonio histórico y cultural, ya que brinda contextos únicos y enseñanzas sobre la naturaleza y evolución de las sociedades humanas a lo largo del tiempo.