La Voluntad de Dios es Buena, Agradable y Perfecta”: Un Camino de Confianza y Plenitud
Hay frases que resuenan como un eco sagrado a través del tiempo, iluminando nuestras dudas y dándonos paz en medio del caos. “La voluntad de Dios es buena, agradable y perfecta” (Romanos 12:2) es una de ellas. Pero, ¿qué significa realmente? ¿Cómo podemos confiar en que la voluntad de un Dios invisible es buena cuando el dolor nos golpea? ¿Cómo creer que es agradable cuando la vida parece exigirnos más de lo que podemos dar? ¿Y cómo aceptar que es perfecta cuando nuestros sueños se desmoronan?
Este versículo no es un eslogan optimista, sino una verdad profunda que se revela en el crisol de la experiencia humana. Explorémoslo con humildad, sabiendo que cada corazón lo recibe desde un lugar distinto en su camino.
1. “Buena”: Cuando lo que Duele aún es para Nuestro Bien
La bondad de Dios no siempre se parece a lo que nosotros llamaríamos “bueno”. A veces, lo que nos lastima es lo que nos salva.
Imagina un padre que sostiene la mano de su hijo mientras le extraen una astilla. El niño llora, lucha, no entiende. Pero el padre sabe que ese dolor momentáneo evitará una infección mayor. Así es la bondad divina: no nos libra de todo sufrimiento, pero sí nos acompaña en él y lo usa para sanarnos.
“Dios no prometió cielos siempre azules, pero sí fuerza para cada tormenta.”
Cuando José fue vendido como esclavo por sus hermanos, pudo haber creído que Dios lo había abandonado. Años después, entendió: “Ustedes pensaron hacerme mal, pero Dios lo encaminó para bien” (Génesis 50:20). La bondad de Dios trasciende nuestra visión limitada.
2. “Agradable”: Cuando lo que Parece Pesado se Vuelve Liviano
La palabra agradable (en griego, euarestos) significa “que trae gozo profundo”. Pero, ¿cómo puede ser gozosa una voluntad que a veces nos pide perdonar lo imperdonable, esperar lo imposible o soltar lo que más amamos?
Jesús lo ilustró con una paradoja: “Mi yugo es fácil y mi carga es ligera” (Mateo 11:30). Un yugo era un instrumento de trabajo pesado, pero Él lo redefine: cuando caminamos en su voluntad, no arrastramos la vida solos; Él lleva el peso con nosotros.
Una Historia Personal
Hace años, conocí a una mujer que había perdido a su esposo en un accidente. En su dolor, sintió que Dios la llamaba a perdonar al conductor responsable. “No quiero”, admitió. “Pero si Él me lo pide, me dará la fuerza.” Con lágrimas, lo hizo. Y aunque el dolor no desapareció, encontró una paz que superaba su entendimiento (Filipenses 4:7).
La voluntad de Dios es agradable no porque sea fácil, sino porque nos transforma en personas capaces de amar como Él ama.
3. “Perfecta”: Cuando lo Incompleto Encaja en un Diseño Mayor
La perfección de Dios no es rigidez, sino plenitud. Como un alfarero que moldea el barro (Jeremías 18:6), Él ve el cuadro completo que nosotros apenas vislumbramos.
Pablo, el mismo que escribió Romanos 12:2, había pedido a Dios que le quitara un “aguijón” (quizá una enfermedad o debilidad). La respuesta fue: “Te basta mi gracia, porque mi poder se perfecciona en la debilidad” (2 Corintios 12:9). Dios no quitó el dolor, pero lo usó para algo más grande.
El Mito del “Plan B”
Muchos creen que, cuando las cosas salen “mal”, Dios improvisa un “Plan B”. Pero si su voluntad es perfecta, no hay planes alternos. Lo que llamamos “desvíos” son parte del camino. Como las notas discordantes en una sinfonía: solas suenan mal, pero en conjunto crean belleza.
Cómo Descubrir esta Voluntad
Romanos 12:2 no termina con una afirmación, sino con una invitación: “No se amolden al mundo, sino transfórmense… para que comprueben cuál es la voluntad de Dios.”
Esto implica:
- Renovar la Mente: Dejar que la Palabra y la oración nos ayuden a pensar como Él piensa.
- Probar en la Práctica: La voluntad de Dios no es un acertijo, sino un camino que se revela al andar.
- Confiar en la Incertidumbre: Como Abraham, que “salió sin saber a dónde iba” (Hebreos 11:8).
¿Podemos Creerlo de Verdad?
En un mundo de dolor, injusticia y preguntas sin respuesta, declarar que la voluntad de Dios es buena, agradable y perfecta puede parecer ingenuo. Pero no es una negación de la realidad; es una elección de fe.
- Buena, porque incluso en el valle de sombra, Él prepara una mesa (Salmo 23:5).
- Agradable, porque en su presencia hay plenitud de gozo (Salmo 16:11).
- Perfecta, porque “todas las cosas cooperan para bien” (Romanos 8:28).
Hoy, si estás en un lugar donde el plan de Dios no tiene sentido, recuerda: el Alfarero no ha soltado el barro. Lo que ahora parece confuso, un día mostrará su propósito. Mientras tanto, podemos descansar en esta promesa:
“A los que aman a Dios, su voluntad nunca los llevará donde su gracia no los sostenga.”
¿Estamos dispuestos a confiar, no porque entendemos, sino porque Él es digno de confianza?
Fernando
Me llamo Fernando Espejel y soy doctor en Estudios del Mundo Antiguo por la Universidad Autónoma de Madrid y la Universidad Complutense de Madrid. Me apasiona todo lo relacionado con la arqueología del Próximo Oriente y he participado en diversos congresos nacionales e internacionales.