Historia de Petra

La historia de Petra es mal conocida en sus inicios, hasta que en los siglos VII-VI a. C. se asentaron en ella el pueblo de los nabateos, quienes la hicieron la capital de un próspero reino que alcanzó su cénit en el siglo I d. C. Después fue anexionada al Imperio Romano. ¡Entra y descubre más sobre la historia de Petra!

Historia de Petra

Petra en la Prehistoria

El área en la que después se levantaría Petra era frecuentada por grupos de pastores nómadas desde aproximadamente el 9000 a. C. Para encontrar los primeros asentamientos en la zona hay que remontarse a época Neolítica, en torno al 8000 a. C., cuando se atestigua una intensa actividad agrícola y pastoril en el área de Beidha, al norte de la futura ciudad de Petra.

Los restos más antiguos de la existencia de aldeas datan de mediados del V y IV milenio a. C., durante el Calcolítico. En este período la región de Petra estaría ocupada por varios grupos sedentarios dedicados a la agricultura que coexistirían con tribus de pastores nómadas. Pero alrededor del 1500 a. C. estos asentamientos decayeron y al poco el valle de Petra fue ocupado por los Oritas, pueblo que vivía en las cuevas de las montañas.

Los Oritas fueron desplazados en el siglo XIII a. C. por los Edomitas, una población de origen semita que ya aparece mencionada en el texto bíblico. Los Edomitas, aparecen en la historia de Petra en torno al 1200 a. C. residiendo sobre un montaña que se encontraba al suroeste de la posterior ciudad nabatea.

Los nabateos entran en la historia de Petra

Desde los siglos VII-VI a. C. los Edomitas se vieron desplazados por el empuje por un población árabe de mercaderes y pastores nómadas, los nabateos. Progresivamente los nabateos fueron llegando a Petra y se asentaron en ella, creando en la ciudad la capital de los que será su próspero reino.

Los nabateos aprovecharon las condiciones favorables del lugar, con su facilidad para la defensa y ubicación excepcional para el comercio. Durante los siglos III a I a. C. los nabateos lograron mantenerse independientes de seleúcidas y tolomeos.

Ya desde el primer momento los nabateos comenzaron a ampliar el territorio bajo su control, explotando la posición estratégica de Petra, sus conocimientos de la vida nómada y la experiencia en contactos con los puertos de la Arabia del sur.

La época dorada de la historia de Petra

La paz firmada con Roma fue la clave para el desarrollo del comercio aprovechando que la ciudad se encontraba en un punto de confluencia de una gran ruta comercial que conectaba Arabia, Egipto y los puertos del Mediterráneo. Los principales productos con los que comerciaron fueron seda, especias, piedras preciosas, incienso o mirra, como podemos ver todos productos de lujo.

Hay constancia de la existencia de comunidades de comerciantes nabateos asentados en Egipto, puertos de Levante o Roma para controlar este comercio. Esta red de agentes comerciales debió estar especialmente desarrollada a comienzos del I milenio d. C., época de máximo apogeo del reino nabateo.

En el siglo I a. C. el reino de Petra alcanzó su máxima expansión hacia el norte, llegando a incluir dentro de sus fronteras la ciudad de Damasco. Pero justo en este momento Roma intervino en Oriente, derrotando al reino helenístico seleúcida y creando en su lugar la provincia de Siria. Aunque en teoría el reino nabateo de Petra continuó existiendo como un reino independiente, en la práctica se convirtió en un reino cliente de Roma, entrando de esta forma de lleno los romanos en la historia de Petra.

Roma en la historia de Petra

A pesar de que continuaba siendo independiente, el hecho de ser un reino cliente suponía que Petra aceptaba los intereses de Roma. Esto no debilitó a Petra precisamente, es más, el periodo comprendido entre los siglos I a. C. y I d. C. constituyeron la «Edad de Oro» de la historia de Petra.

En esta época Petra era la capital de un próspero reino que contaba con varias ciudades como Hegra o Mleiha (en esta última, a pesar de encontrarse en la península de Omán, se han encontrado monumentos funerarios similares a los de Petra) y puestos caravaneros que protegían y hacían de postas para las caravanas que recorrían las rutas bajo su control.

Esta situación cambió en el años 106 d. C. cuando a la muerte del rey Rabel II el emperador Trajano acabó con el reino de Petra y lo anexionó al Imperio Romano como la nueva provincia de Arabia.

La ciudad romana de Petra

A los pocos años de la incorporación al imperio Romano, Trajano mandó construir una gran vía que atravesaría Arabia y que pasaría muy próxima a Petra o directamente por ella. Se trata de la Nova Traiana, con la que el emperador buscaba crear una ruta que le facilitase la campaña contra los partos y así consolidar las fronteras del Imperio.

El que fuese reino nabateo de Petra se convertiría en el centro de la nueva provincia romana llamada Arabia Petrea con un papel administrativo importante, si bien la capital de la provincia se encontraba en Bosra.

En el 130 d. C. el emperador Adriano fue recibido en la ciudad de Petra con festivales en su honor, lo que el emperador agradeció otorgándola el privilegio de poder llamarse Hadriana Petra. Poco más tarde, cuando la dinastía Severa se instauró en el poder el Roma reforzó la conexión del poder imperial con Oriente. Tal vez porque Septimio Severo se casó con Julia Domna, una hija del sacerdote del dios Baal de la ciudad de Emesa, en el siglo III Heliogáblo, nieto de Julia Domna otorgó a Petra el estatuto de colonia romana.

El final de la historia de Petra

En el año 363 un fuerte terremoto se dejó sentir en Petra causando graves daños en la Vía Columnata y en varios edificios. En aquel entonces, el cristianismo ya había dejado su influjo en la arquitectura de la ciudad. Algunos edificios fueron consagrados al culto cristiano, incluso se levantó una iglesia dedicada a la virgen María. El arzobispo Teodoro se instaló en la ciudad, pero con la expansión musulmana en el siglo VII se produjo el declive definitivo de Petra, primero convertida en una simple aldea por los musulmanes, para después ser directamente abandonada.

Desde entonces los beduinos utilizaron las ruinas y cavidades de las rocas como lugar de refugio y habitación, hasta que con la declaración de Petra como Ciudad Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO y la llegada del turismo fueron obligados a abandonar las ruinas de la legendaria ciudad.