Conocida desde antiguo, varios viajeros británicos la visitaron a finales del siglo XVII y se les considera los verdaderos descubridores de la ciudad. Sin embargo habría que esperar al siglo XX para que se realizasen las primeras excavaciones arqueológicas que diesen a conocer el desarrollo de la ciudad.
El descubrimiento de las ruinas de Palmira
La ciudad sería conocida desde antiguo y serían muchos los viajeros que pasaron por las ruinas de Palmira, algunos de los cuales nos narraron su experiencia por escrito. A mediados del siglo XVII se puso de modo en Europa el conocido como Grand Tour, un viaje por Europa que solía terminas en los lugares sagrados de la Biblia. Además, comerciantes, ávidos de éxito, surcaban el Oriente buscando nuevas pistas por las que desplazar productos.
En 1687, varios comerciantes británicos que vivían en la ciudad siria de Aleppo llegaron a Palmira y se les considera los descubridores de la ciudad para el mundo occidental. Habría que esperar unos años, hasta 1693, para que Hofsted van Essen dibujase una panorámica de sus ruinas.
En 1785, Constantin François de Chasseboeuf, conde de Volney visitó la antigua Palmira. Fruto de este viaje por Oriente fue la obra Las Ruinas de Palmyra, publicada en 1971. La obra en realidad se trata de una disertación sobre el ocaso de las religiones, por lo que el engañoso título engañó durante años a muchos curiosos que buscaron en sus páginas una imagen de la ciudad.
En 1870 el chileno Adolfo Rivadeneyra visitó Palmira y quedó desilusionado por sus ruinas, por aquel entonces según menciona muy mal conservadas. Sin embargo, en lo que si coinciden los primeros relatos sobre Palmira es en lo impresionante que era su valle de tumbas. Y es que unas torres, muchas de ellas fechadas en el siglo I d. C., sirvieron como panteón a las grandes familias.
La Investigación científica
Ya en el siglo XX, las excavaciones y restauraciones que en Palmira llevaron a cabo A. Bouni, E. Frézoulds, K. Michalowski y otros permitieron comprender la importancia de esta capital de un reino árabe y entender su historia y sus ruinas.
Gracias a estas excavaciones se descubrieron enormes recintos que protegían el oasis de Palmira, la necrópolis, los cultivos y los grandes espacios libres que quedaban entre las tiendas y las caravanas de camellos.
Conocedoras de la importancia de Palmira, las autoridades sirias abrieron en 1961 el Museo Arqueológico de Palmira y pocos años después comenzaron un ambicioso proyecto de excavaciones y restauraciones en las ruinas de la antigua ciudad. De esta forma Palmira se convirtió en un destino turístico de primer orden con varios hoteles en sus alrededores.
Desde el año 1992 comenzó a celebrarse de manera anual el Festival de Palmira en el cual tenían cabida un buen número de actividades folclóricas que se realizaban en torno al teatro.
La prosperidad de la nueva Palmira se vio truncada con el estallido de la guerra civil siria y la posterior ocupación del yacimiento por los terroristas del DAESH.