Hammurabi, rey de Babilonia

Hammurabi probablemente sea el rey más conocido de Babilonia. Su famoso código de leyes ayudó sin duda a que pasara a la posteridad pero ¿quién fue y qué hizo Hammurabi? ¿cuánto duró su reinado? Aquí te contamos todo sobre este monarca que gracias a su genio militar y administrativo consiguió unificar Mesopotamia.

Hammurabi
Hammurabi y Shamash

Introducción al reinado de Hammurabi en Babilonia

Los 42 años que duró el reinado de Hammurabi (1792 – 1750 a. C.) estuvieron marcados por los importantes cambios que se produjeron en Babilonia. Fruto de sus grandes éxitos militares y diplomáticos y a la realización de reformas jurídicas, administrativas y religiosas de calado que produjeron un ascenso imparable del reino. Babilonia, a partir de entonces, se convirtió en una entidad física, política y geográfica.

Cuando Hammurabi accedió al trono tenía entre 25 y 30 años, algo a destacar, más aún sí tenemos en cuenta que sus principales adversarios, los reyes Rim-Sin de Larsa o Shamshi-Adad de Asiria tenían ya una edad madura.

¿Qué significa Hammurabi?

La palabra Hammurabi responde al vocablo empleado por la antigua tradición para referirse al 6º rey de la I dinastía de Babilonia. Sin embargo, los estudios modernos tienden a escribir su nombre como Hammurapi, que significa «el dios Hammu cura».

El ascenso al trono de Babilonia

Hammurabi llegó al poder tras la muerte de su padre, Sin Muballit, hacia el año 1792 a. C. No tenemos constancia que se produjesen disturbios al ser coronado rey de Babilonia, algo muy común en la antigua Mesopotamia al coronarse un monarca.

Una vez instalado en el trono, aunque la salud del reino era buena, sus primeras medidas estuvieron dirigidas a recomponer económica y socialmente el país, tal y como se deduce de una inscripción de su segundo año de reinado en la que se dice que «restauró el derecho en el país». Esto no es más que la promulgación de medidas de gracia y exención de obligaciones que los monarcas babilonios tenían por costumbre aprobar al llegar al trono, y que se hacía referencia a ellas como «leyes del rey».

Hammurabi, rey de Babilonia

El primer rey de la dinastía amorrea de Babilonia fue Samu Abum y hasta el reinado de Hammurabi vivió 100 años de paz interior, una intensa actividad diplomática y normalización económica. Al llegar Hammurabi al poder el reino se encontraba cohesionado, algo en lo que fue clave la existencia de una lengua común, el acadio.

Al comenzar el reinado de este monarca amorita o amorreo el territorio de Babilonia tenía unas dimensiones modestas de unos 150 x 70 km de extensión, desde Sippar a Marad, abarcando las ciudades de Sippar, Kish, Borsippa y la propia Babilonia, y que a grandes rasgos se correspondía con el territorio del antiguo reino de Acad, pero rodeado de reinos bastante más poderosos.

Ya desde el principio, Hammurabi dedicó importantes esfuerzos a ampliar sus dominios. Primero hacia los territorios más cercanos a Babilonia y después hacia el norte, donde otro amorreo, Shamsi-Adad, comenzaba a dar forma a un importante reino.

Este proceso de conquista, que fue posible gracias a un potente ejército perfectamente organizado y a alianzas que Hammurabi rompió cuando creyó necesario, se puede dar por concluido en el 1759 a. C. cuando Hammurabi destruyó Mari, ciudad gobernada por aquel entonces por Zimri-Lim.

Mapa de Mesopotamia en época de Hammurabi
Mapa de Mesopotamia en época de Hammurabi

Tras estas conquistas el territorio del imperio babilonio abarcaba todo el valle del Tigris y el Éufrates hasta el Khabur. Un territorio tan inmenso que el rey babilonio no dudó en utilizar la antigua titulatura de «Rey de Sumer y Acad» y «Rey de las Cuatro Regiones» que hacían referencia a un control del mundo, en un intento de aspirar a la monarquía universal.

Además de las campañas exteriores, Hammurabi también amplió la muralla de Babilonia, mejoró el riego de los campos, mantuvo las infraestructuras de las ciudades atendiendo a las necesidades de las personas y levantó templos para los dioses.

La vertebración del reino

Hammurabi se dio cuenta que era necesario vertebrar geográficamente tan vasto imperio que tenía como centro político, económico y administrativo la ciudad de Babilonia.

Si ya Hammurabi heredó un reino cohesionado y centralizado en el que un factor aglutinante clave fue la lengua, el acadio, además, el monarca realizó una importante obra centralizadora que tenía como objetivo el buen funcionamiento del imperio.

Para ello construyó importantes vías de comunicación que tenían como ejes el Éufrates y el Tigris. Además se crearon varios himnos en los que se ensalzaba la figura de Hammurabi como cabeza de ese imperio que había sido posible gracias a sus habilidades militares, políticas, administrativas y diplomáticas.

Los principales distritos en los que se dividía el imperio pasaron a estar controlados por funcionarios reales que desplazaron a los dirigentes locales y que, la gran cantidad de cartas de la cancillería encontradas, demuestra que mantenían puntualmente informado a Hammurabi de todo lo que sucedía en la región.

A la cabeza de este aparato administrativo se encontraba un primer ministro, isaku, encargado de supervisar y controlar a los funcionarios repartidos por todo el reino y que, como hemos visto, esta labor la facilitaba, y mucho, la existencia de una única lengua, el acadio.

Las primeras referencias a los casitas

Sin embargo, pronto aparecerán en escena unas gentes, los casitas, que con el tiempo, terminaría haciéndose con el poder en Babilonia. Las primeras referencias textuales al pueblo de los casitas datan de época de Hammurabi, concretamente de comienzos del siglo XVIII a. C., cuando aparecen mencionados como Kassu. Los orígenes de este pueblo no están claros, pero se acepta que su llegada a Mesopotamia se produjo de manera violenta y pronto pequeñas comunidades se asentaron por diversas regiones, una de ellas Babilonia.

Incluso textos inmediatamente posteriores a la muerte de Hammurabi mencionan a unos «ÉRIN kssun«, esto es, tropas casitas contra las que tenían que luchar.

La administración de Babilonia en tiempos de Hammurabi

A la llegada de Hammurabi al poder el sistema de provincias de la III Dinastía de Ur había caído en desuso. Imperaban principados en los que regían dos sistemas administrativos: el del templo y el de la ciudad.

Por contra de lo que pueda parecer, estos dos sistemas se revelaron muy eficaces, por lo que Hammurabi trató de no modificar este sistema, aunque sí que realizó algunas reformas tendentes a reforzar el poder real. Para ello, nombró gobernadores en cada ciudad importante bajo el control de Babilonia, funcionarios para administrar los dominios de la corona y estableció guarniciones de soldados para sofocar posibles insurrecciones.

Hammurabi disminuyó la importancia económica del templo. El poder económico pasó a estar centrado en el palacio. La economía se secularizó. Ahora el rey mostraría un especial interés en la economía y la diplomacia. En el palacio trabajarían todo tipo de personas que a cambio recibían un lote de tierras, ilku, que en realidad suponía un sistema de prestaciones.

El gobierno central se cuidó mucho de vigilar las construcciones públicas, especialmente murallas, templos y canales.  En otro orden de cosas, la administración de Hammurabi también prestó mucha atención al pago de impuestos, los cuales podían realizarse tanto en especie como en metálico. Incluso se llegó a modificar el calendario para unificar las diferentes regiones del reino.

El comercio

La seguridad y la creación del sistema de pistas que hemos mencionado permitieron que el comercio floreciese en época de Hammurabi, impulsando de esta manera la economía del Imperio. Babilonia se convirtió en un importante centro comercial. De ella partían barcos que por el Éufrates llegaban  hasta el Golfo Pérsico y de ahí hasta Arabia o la India. Mientras que por tierra, las rutas de caravanas conectaban la ciudad de Babilonia con Siria, Persia y Asia Menor.

Entre los productos intercambiados, Babilonia principalmente exportaba cereales y telas, mientras que a cambio obtenía oro, plata, otro tipo de metales o madera.

El ejército

La gran expansión que tuvo lugar durante el reinado de Hammurabi necesitaba la existencia de unas tropas en permanente estado de servicio, tanto para ampliar los territorios como para mantener la paz en los ya conquistados.

Gracias a la correspondencia que Hammurabi mantuvo con sus gobernadores sabemos que existió un ejército profesional que tenía a su cargo la formación de los mandos militares y el control, reclutamiento y adiestramiento de los nuevos soldados. Los soldados eran hombres libres y a cambio de prestar sus servicios recibían una recompensa por parte del estado.

El servicio militar podía ser puntual o de por vida, como en el caso de los mandos.

¿Cómo era Babilonia en tiempos de Hammurapi?

Desgraciadamente no sabemos cómo era la imagen física de Babilonia cuando reinó Hammurabi. la ciudad que sacaron a la luz los arqueólogos alemanes era la de la época de Nabucodonosor II, por tanto una ciudad más de 1000 años posterior.

Hammurabi: el legislador

Si hay algo por lo que es conocido Hammurabi es por sus reformas judiciales y la promulgación de su famoso código de leyes al final de su reinado. El Código de Hammurabi es también un documento propagandístico en el que se ensalza la figura de Hammurabi, se alaban sus hazañas militares y su papel de rey justo que se preocupa por su pueblo.

De hecho, Hammurabi en sus inscripciones destaca su faceta de padre, recto, justo y buen pastor, incluso al principio de su reinado aprobó una condonación de deudas.

El Código de Leyes

Aunque no se trata del primer código legal conocido, sí que es el más famosos debido a su extensión y buen estado de conservación. Parece tratarse de una recopilación de leyes que comúnmente se le conoce como ley del talión. Sin embargo, las leyes de Hammurabi recogen principios legales complejos como el homicidio involuntario. Aunque a primera vista pueda sorprender por su brutalidad, a ojos de una persona del siglo XX, en realidad debió ser un compendio que trataba de proteger a los más desfavorecidos.

Aunque la famosa estela del Código de Hammurabi se encuentra expuesta en el Museo del Louvre de París, debieron existir varias copias del código que se expondrían en las principales ciudades del reino para que cualquier persona que tuviese un problema legal pudiera acudir a consultar la ley o pedir a alguien que supiese leer que lo hiciese por él.

Leyes Código de Hammurabi
Copia del Código de Hammurabi encontrada en Nippur

La sucesión al trono

A Hammurabi le sucedió su hijo Samsu-Iluna, quien continuó con la labor administrativa de su padre. Sin embargo, pronto surgieron revueltas internas con ciudades como Larsa, Uruk o Ur que se levantaron en armas.

A la debilidad de Babilonia tras la muerte de Hammurabi probablemente contribuyeron los casitas que mencionábamos más arriba, un pueblo nómada procedente de los Zagros que, empujados por tribus iranias, llegaron hasta Mesopotamia. A pesar que en un primer momento el ejército de Samsu-Iluna consiguió detenerlos, rápidamente fueron capaces de crear redes de poder plenamente constituidas, y que a comienzos del XVI ejercían el control político de la región del Éufrates Medio y un siglo más tarde se expandirían hasta la propia Babilonia.

Además, durante el reinado del hijo y sucesor de Hammurabi, hizo su aparición en la zona del Golfo Pérsico una dinastía autóctona de la zona conocida como Dinastía del País del Mar —que no debe confundirse con los Pueblos del Mar que en torno al 1200 a. C. provocaron una profunda crisis en todo el Próximo Oriente y Egipto—, y que debió crear inestabilidad en la zona.

La caída del reino

Con los sucesores de Samsu-Iluna el reino comenzó a perder su poder y sus enemigos aprovecharon la ocasión. El rey de Elam, un territorio que por aquel entonces estaba controlado por Babilonia (aunque Hammurabi permitió a la dinastía reinante mantenerse en el poder), marchó contra Mesopotamia en una campaña en la que el propio monarca de Elam se jacta de haber conquistado más de 30 ciudades.

Hammurabi y los amorritas

A lo largo del artículo se ha mencionado que Hammurabi era de origen amorreo o amorrita. Pero ¿quiénes eran los amorreos?

Los amorritas eran un pueblo procedente del oeste de Mesopotamia, de la actual Siria, que en las fuentes de la III Dinastía de Ur aparecen citados como los Martu. Los acadios se referían a la tierra de este pueblo como Amurru y los egipcios con la palabra Amar, que significa occidentales. Sin embargo se desconoce su origen exacto.

Los primeros textos que los mencionan dejan claro que eran grupos nómadas que hacían incursiones en las zonas del oeste de Mesopotamia. Un texto define al amorreo como una persona que viste pieles de oveja, vive en tiendas de campaña, no realiza sacrificios a los dioses, come carne cruda y no tiene hogar. Si bien es posible que la palabra amorreo, en su origen, no hubiese hecho referencia a un grupo específico, sino a tribus que llevaban una vida nómada.

En cualquier caso, con el tiempo los amorritas fueron haciéndose con nuevas tierras, llegando a amenazar importantes a formaciones ya consolidadas como las ciudades-estado sumerias. En este sentido, Shulgi llegó a construir una muralla de 250 km. para contener a los amorreos. Pero según las fuentes parece que dicho muro no tenía comienzo ni fin, por lo que los amorreos lo sortearon y provocaron incursiones que debilitaron, y mucho, a la III Dinastía de Ur, contribuyendo, junto con otros factores a su caída.

Por tanto, cuando los elamitas saquearon Ur a mediados del siglo XVIII los amorritas ya se encontraban entre la población mesopotámica, y mezclados con ella permanecieron hasta que Hammurabi poco después se hizo con el poder en Babilonia.

Fuentes y referencias

  • CHARPIN, D. (2003), Hammu-rabi de Babylone, PUF, Paris.
  • VAN DE MIEROOP. M. (2006), King Hammurabi of Babylon: a biography, Blackwell, Malden.
  • http://clio.rediris.es/fichas/hammurabi.htm
  • https://en.wikipedia.org/wiki/Hammurabi
  • https://www.history.com/topics/ancient-history/hammurabi
  • https://www.britannica.com/topic/Code-of-Hammurabi

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Fernando

Fernando

Me llamo Fernando Espejel y soy doctor en Estudios del Mundo Antiguo por la Universidad Autónoma de Madrid y la Universidad Complutense de Madrid. Me apasiona todo lo relacionado con la arqueología del Próximo Oriente y he participado en diversos congresos nacionales e internacionales.